San Antonio de Santa Ana Galvão

25 de octubre

San Antonio de Santa Ana Galvão

Hoy, 25 de octubre, la Iglesia celebra al BEATO ANTONIO DE SANTANNA GALVAO, quien muriera el 23 de diciembre de 1822, en Sao Paolo, Brasil. Nacido en 1739 en Guaratinguetá, pueblito del estado de Sao Paolo, fue sacerdote de los Frailes Menores y fundador del "Recogimiento de Nuestra Señora de la Concepción de la Divina Providencia", Casa de Retiro, que posteriormente fue incorporada a la orden de la Inmaculada Concepción y por decisión de la UNESCO, en 1998 fue declarado patrimonio de la Humanidad. En 1998 Juan Pablo II le dio el honor de los altares declarándolo Beato. Sus restos se veneran en el Recogimiento que él fundara, meta de frecuentes peregrinaciones.
Unidos, pues, a la Iglesia del Brasil y a las recogidas de la Inmaculada Concepción, brindemos nuestro sincero aplauso al Beato Antonio de SantAnna Galvao
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Meditación

Nací en un ambiente familiar profundamente cristiano. Cuando tenía trece años, entré en el Seminario de los Jesuitas en Belén de Bahía. Quise ingresar a la Compañía de Jesús, pero por el ambiente anti jesuítico de la época, mi padre me sugirió que entrase a los Frailes Menores de la reforma de San Padre Alcántara. Apenas un año después de mi profesión religiosa fui ordenado sacerdote. Firmé con mi propia sangre mi "entrega a María, como su hijo y esclavo".

Terminados mis estudios, fui nombrado confesor y portero del convento, entrando en contacto con tanta gente a la que podía aconsejar y ayudar. Por una circunstancia especial, fui nombrado confesor del Recogimiento de Santa Teresa en donde encontré a Sor Helena del Espíritu Santo, quien manifestaba haber tenido una visión en la que Jesús le pedía fundar un nuevo Recogimiento. Luego de estudiar el caso apoyé esta fundación y así, sin pretenderlo, fui el iniciador del "Recogimiento de Nuestra Señora de la Concepción de la Divina Providencia", al que dediqué gran parte de mi vida.

A la muerte de Sor Elena, yo quedé como único sostén de las recogidas. Me dediqué a mejorar cada vez más este lugar donde Dios se manifestaba de manera extraordinaria. Pero la vida me fue poniendo no pocas pruebas. En una ocasión, el Capitán General de San Pablo me mandó al exilio porque yo había salido en defensa de un soldado que fuera condenado a muerte. Más adelante, fui nombrado Guardián del Convento de San Francisco de San Paolo cargo que ejercí sin abandonar la dirección espiritual de las "Recogidas" y del Pueblo de San Pablo. En los años sucesivos, me gustaba recorrer con la imaginación mi pasado en donde con tanta claridad descubría a la providencia, lo que me aseguraba que también la encontraría en mi encuentro definitivo con ella.

Radio Vaticano

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