Misa Diaria y Lecturas
¿No puede asistir a la Santa Misa? EWTN le ofrece las lecturas del día para permitirle seguir la Misa diaria en su transmisión por televisión. Las lecturas también son ideales para hallar tiempo durante el día para la reflexión espiritual. Escuche, vea o lea desde la comodidad de su hogar. Esta página incluye las lecturas del día y videos en línea, un recurso para todo el que desee vivir la vida de fe que agrada a nuestro Señor.
Lunes 22 de julio de 2019
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Con textos en español y latín, la Guía para la Misa Global Televisada te guía a lo largo de la Misa diaria que ofrecemos en EWTN.
El Padre Joseph Mary Wolfe dice: «Hemos integrado este pequeño cuadernillo para ti, para ayudarte a unirte a la Iglesia Universal en todo el mundo a cantar las alabanzas del Señor mientras rezamos y cantamos juntos, unidos en el Sagrado Sacrificio de la Misa por EWTN».
Santa María Magdalena (Fiesta)
Gloria
Primera Opción
Segunda Opción
Primera Lectura
Éxodo 14:5-18
5Cuando anunciaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, se mudó el corazón del Faraón y el de sus servidores en contra del pueblo, y dijeron:
—¿Qué hemos hecho dejando salir a Israel de nuestra servidumbre?
—¿Qué hemos hecho dejando salir a Israel de nuestra servidumbre?
6Entonces hizo uncir sus carros y reunió consigo a su pueblo;
7tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, con sus correspondientes guerreros.
8El Señor endureció el corazón del Faraón, rey de Egipto, el cual persiguió a los hijos de Israel. Pero los hijos de Israel salían con aire de triunfo.
9Los egipcios los persiguieron, todos los caballos, los carros del Faraón, los jinetes y el ejército; y les dieron alcance cuando acampaban junto a Pi–Hajirot frente a Baal–Safón.
10El Faraón estaba cerca cuando los hijos de Israel alzaron la vista y vieron que los egipcios seguían tras ellos. Entonces los hijos de Israel temieron mucho y clamaron al Señor.
11Y dijeron a Moisés:
—¿Acaso no había sepulcros en Egipto, para que nos hayas traído a morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros sacándonos de Egipto?
—¿Acaso no había sepulcros en Egipto, para que nos hayas traído a morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros sacándonos de Egipto?
12¿No es esto lo que te decíamos en Egipto: «Déjanos; continuaremos sirviendo a los egipcios; es preferible servir a los egipcios que morir en el desierto»?
13Moisés respondió al pueblo:
—No temáis, manteneos firmes y veréis la salvación que el Señor os concede hoy, porque los egipcios que ahora veis, no volveréis a verlos jamás.
—No temáis, manteneos firmes y veréis la salvación que el Señor os concede hoy, porque los egipcios que ahora veis, no volveréis a verlos jamás.
14El Señor peleará por vosotros y vosotros podréis estar tranquilos.
15El Señor dijo a Moisés:
—¿Por qué clamas hacia mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en camino.
—¿Por qué clamas hacia mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en camino.
16Y tú, alza tu bastón y extiende tu mano hacia el mar y divídelo para que los hijos de Israel pasen por medio del mar como por tierra seca.
17Yo, por mi parte, voy a endurecer el corazón de los egipcios para que entren tras ellos; así manifestaré mi gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus guerreros.
18Y sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando yo muestre mi gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.
Salmo Responsorial
Éxodo 15:1-6
1Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico al Señor. Y decían:
—Quiero cantar al Señor, vencedor excelso: caballos y caballeros al mar ha precipitado.
—Quiero cantar al Señor, vencedor excelso: caballos y caballeros al mar ha precipitado.
2El Señor es mi fuerza y mi vigor,
Él me ha salvado. Él es mi Dios, quiero alabarlo; el Dios de mi padre, quiero ensalzarlo.
Él me ha salvado. Él es mi Dios, quiero alabarlo; el Dios de mi padre, quiero ensalzarlo.
3El Señor es un fuerte guerrero,
su nombre es el Señor.
su nombre es el Señor.
4Los carros del Faraón, todo su ejército,
los ha precipitado en el mar; los mejores guerreros bajo el Mar Rojo han sucumbido.
los ha precipitado en el mar; los mejores guerreros bajo el Mar Rojo han sucumbido.
5Los ha sepultado el abismo,
como piedras llegaron hasta el fondo.
como piedras llegaron hasta el fondo.
6Tu diestra, Señor, reverbera en su poder;
tu diestra, Señor, doblega al enemigo.
tu diestra, Señor, doblega al enemigo.
Evangelio
Juan 20:1-2, 11-18
1El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
2Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:
—Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
—Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
11María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
12y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús.
13Ellos dijeron:
—Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
—Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
15Le dijo Jesús:
—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
16Jesús le dijo:
—¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
—¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
17Jesús le dijo:
—Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
—Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
18Fue María Magdalena y anunció a los discípulos:
—¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.
—¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.
The Gospel is proper
Primera Lectura
Primera Opción
Segunda Opción
El Cantar de los Cantares 3:1-4
1En mi lecho, por las noches,
busqué al que ama mi alma, y no lo encontré.
busqué al que ama mi alma, y no lo encontré.
2Me levantaré y rondaré por la ciudad,
por calles y plazas, buscaré al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo encontré.
por calles y plazas, buscaré al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo encontré.
3Me encontraron los guardias
que rondan por la ciudad: «¿Habéis visto al que ama mi alma?»
que rondan por la ciudad: «¿Habéis visto al que ama mi alma?»
4Apenas los pasé, cuando encontré
al que ama mi alma. Lo abracé y no lo soltaré hasta hacerlo entrar en casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.
al que ama mi alma. Lo abracé y no lo soltaré hasta hacerlo entrar en casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.
2 Corintios 5:14-17
14Porque el amor de Cristo nos urge, persuadidos de que si uno murió por todos, en consecuencia todos murieron.
15Y murió por todos a fin de que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
16De manera que desde ahora no conocemos a nadie según la carne; y si conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así.
17Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.
Salmo Responsorial
Salmo 63:2-6, 8-9
2Oh Dios, Tú eres mi Dios, al alba te busco,
mi alma tiene sed de Ti, por Ti mi carne desfallece, en tierra desierta y seca, sin agua.
mi alma tiene sed de Ti, por Ti mi carne desfallece, en tierra desierta y seca, sin agua.
3Por eso te contemplo en el Santuario,
para ver tu poder y tu gloria
para ver tu poder y tu gloria
4Tu misericordia vale más que la vida,
mis labios te alabarán.
mis labios te alabarán.
5Así, te bendeciré toda mi vida,
a tu Nombre alzaré mis manos.
a tu Nombre alzaré mis manos.
6Como de enjundia y de grosura
se saciará mi alma, y con labios jubilosos te alabará mi boca.
se saciará mi alma, y con labios jubilosos te alabará mi boca.
8porque Tú eres mi socorro,
canto gozoso a la sombra de tus alas.
canto gozoso a la sombra de tus alas.
9A Ti se aferra mi alma,
tu diestra me sostiene.
tu diestra me sostiene.
Evangelio
Juan 20:1-2, 11-18
1El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
2Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:
—Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
—Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
11María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
12y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús.
13Ellos dijeron:
—Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
—Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
15Le dijo Jesús:
—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
16Jesús le dijo:
—¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
—¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
17Jesús le dijo:
—Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
—Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
18Fue María Magdalena y anunció a los discípulos:
—¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.
—¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.
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