¿Quiénes van al Purgatorio?
¿Quiénes van al Purgatorio?
Quienes mueren en estado de gracia pero sin haber purificado todo apego al pecado van al Purgatorio. Cristo nos mandó: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,48). Así la purificación de toda imperfección, que incluso los justos todavía tienen al momento de su muerte, es necesaria antes de entrar en la Presencia del Padre.
¿Cómo es el Purgatorio?
El Papa San Juan Pablo II, en tres prédicas acerca del Cielo, el Infierno y el Purgatorio, explicó cómo, en esencia, esas realidades no son un “lugar” que existe en el espacio y el tiempo sino una relación del alma con Dios, que es Amor. Dios siempre ofrece Su Amor. Nosotros podemos elegir aceptarlo de manera perfecta; o bien aceptarlo, pero de manera imperfecta. También podemos elegir rechazar el Amor que Dios nos ofrece.
La opción que cada uno hace, sea cual fuere, queda fija luego de la muerte, cuando se acaba la posibilidad de hacer una opción moral. Esto determina nuestra relación eterna con Dios. El amor a Dios en el alma santa se experimenta como gozo, y como fuego en el alma que ansía a Dios mientras es purificada; fuego que es mitigado por la certeza de que un día estará con Dios y por el consuelo que recibe de los ángeles, los santos y las personas que rezan por ella en la tierra.
San Pablo menciona el destino de los justos cuando se refiere al último día de la historia de la humanidad. En 1 Corintios 3,12-15, leemos:
Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego.
Para la mayor parte del género humano, el “Día” del juicio será el último día de su vida, no el último día de la historia. Lo que Cristo reservó para purificar a los justos que sobrevivan hasta el fin de los tiempos también purificará a los justos que mueran antes de ese tiempo; y asimismo castigará a los injustos mediante el fuego.