Audiencia general del 22 de mayo de 1996

Autor: Juan Pablo II

 

JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERALMiércoles 22 de mayo de 1996

 

1. La tarde del domingo pasado, concluí mi viaje apostólico a Eslovenia, que había comenzado el viernes 17 de mayo. Como sucedió con el que realicé a Croacia, fue una visita muy esperada, la primera en la historia de Eslovenia.

Doy gracias, ante todo, a la Providencia divina, que me ha permitido realizar, durante el período pascual, esta visita, por invitación de los obispos y de las autoridades de la República eslovena. Expreso mi gratitud a cada uno de ellos. Asimismo, doy un cordial gracias en el Señor a todos los que, de cualquier modo, han contribuido a hacer que mi peregrinación apostólica pudiera llevarse a cabo en las mejores condiciones. Paso a paso, he sido testigo del gran esfuerzo de organización realizado por la Iglesia y la comunidad civil para la preparación y el desarrollo de la visita papal. Doy las gracias al presidente de la República, a los representantes del Gobierno, a las autoridades estatales y locales, así como a todos los que, en gran número y con gran entusiasmo, han tomado parte en los diversos momentos de mi estancia en Eslovenia.

Así pues, por varios motivos, la alegría que ha producido esta visita ha sido grande. A mi llegada el tañido ininterrumpido de las campanas de todo el país puso de relieve el significado singular de este acontecimiento para la historia de la nación entera: una nación, encrucijada entre la martirizada región balcánica y el resto de Europa, a la que he querido animar en el camino de la plena libertad y de la paz.

2. La historia del cristianismo del pueblo esloveno cuenta ya con 1.250 años. Su actual configuración de Estado se remonta a hace cinco años. Después de un período de formación estatal propia, Karantania, los eslovenos formaban parte de otras entidades estatales y en particular de la monarquía de los Habsburgo de Austria-Hungría. Al término de la primera guerra mundial se constituyó el Estado de los Eslavos del sur. Los eslovenos entraron en él, juntamente con los croatas, los serbios, los montenegrinos y Bosnia-Herzegovina, entre otros. También ellos experimentaron los sufrimientos de la segunda guerra mundial y, después del conflicto, quedaron incluidos junto con los demás pueblos en la Federación Yugoslava, sometidos al poder del sistema comunista. Sólo en la década de 1990 se rompió ese vínculo federativo, pero al precio de una guerra civil, que ha causado numerosas víctimas, aunque afortunadamente en tierra eslovena duró menos que en otros lugares.

3. Estos son los acontecimientos políticos más recientes, pero la historia del pueblo esloveno, surgido en los territorios que antes pertenecían al Imperio romano, es mucho más larga. Gracias al cristianismo, Eslovenia se forjó en su típica identidad cultural como, por lo demás, aconteció con numerosas naciones de Europa y del mundo. La Iglesia en Eslovenia recuerda aún los nombres de los que le llevaron la fe desde los centros vecinos de Salzburgo, Aquilea y Panonia: son los santos obispos Virgilio, Modesto, Paulino, y los santos Cirilo y Metodio. Se puede muy bien decir que el desarrollo de la cultura eslovena ha mantenido un estrecho vínculo con el cristianismo, comenzando precisamente por la lengua presente en documentos escritos del siglo X, que incluyen textos catequéticos y homiléticos. El cristianismo llegó a Eslovenia desde Roma y en la cultura eslovena los elementos occidentales prevalecen sobre los orientales. Lo subrayan los fuertes vínculos existentes, ya desde el inicio del proceso de formación de la vida eclesial y cultural, con los citados centros de Aquilea y Salzburgo. En el transcurso de mi visita destaqué todo esto, especialmente durante el encuentro con el mundo de la cultura y de la ciencia, en Maribor. La cultura eslovena es antigua, y tanto en el campo de las ciencias como en el de las tradiciones populares reviste un carácter occidental. Este carácter se manifestó claramente en las celebraciones litúrgicas; y cobró gran relieve en el inolvidable encuentro con la juventud, en Postojna. Los jóvenes, herederos de esta cultura, están llamados a transmitirla a las generaciones del tercer milenio.

4. Desde el punto de vista de la estructura eclesial, el territorio de Eslovenia abarca una sede metropolitana, la de Liubliana, y dos diócesis sufragáneas: Maribor y Koper o Capodistria. La Conferencia episcopal cuenta actualmente con siete obispos. Es metropolita de Liubliana el arzobispo Alojzij Sustar, a quien una vez más saludo con afecto, al igual que a los demás prelados, a los presbíteros y a todos sus colaboradores. Los sacerdotes, los religiosos, las religiosas y los seminaristas eslovenos viven aún con el recuerdo y bajo el influjo espiritual del gran obispo de Maribor Antón Martín Slomsek que, en el siglo XIX, marcó profundamente no sólo la vida de la Iglesia y la evangelización, sino toda la cultura eslovena. Felizmente, ya está llegando a su conclusión el proceso de beatificación de este gran apóstol y, recientemente, se ha confirmado la heroicidad de sus virtudes. He querido señalar su ejemplo, unto con el de otros pastores y heroicos testigos de la fe, como el siervo de Dios Lojze Gozde, a toda la comunidad cristiana de Eslovenia, comprometida en la urgente tarea de la nueva evangelización.

La fe el pueblo esloveno, duramente probada a lo largo de este siglo, ha permanecido firme y por ello damos gracias a Dios. Ahora se siente la necesidad de un renovado impulso misionero, para el que hace falta apoyo espiritual, atenta vigilancia y discernimiento profético de los signos de los tiempos, especialmente por parte de las personas que están llamadas a consagrar toda su vida al Evangelio. En esta perspectiva, durante la solemne celebración vespertina del viernes 17 de mayo en Liubliana, quise alentar a los presbíteros a sentir cada vez más profundamente la alegría y la responsabilidad de su misión de comunión y de servicio; a los religiosos a abrazar sin titubeos las exigencias de una existencia transfigurada según el ideal evangélico; y a todos los creyentes a vivir con generosidad el compromiso de la nueva evangelización, encomendándose a María, Auxilio de los cristianos.

5. Amadísimos hermanos y hermanas, la visita a Eslovenia, se ha realizado en el período pascual. Comenzó el viernes después de la Ascensión y concluyó el domingo por la tarde. En estos días la Iglesia recuerda a los Apóstoles reunidos en el cenáculo en oración con María, después de la Ascensión de Cristo, mientras esperan la venida del Consolador, el Espíritu de la verdad. La Iglesia entera vive así anualmente la gran novena en honor del Espíritu Santo como preparación para el día de Pentecostés. Doy gracias a Dios porque, este año, he tenido la alegría de pasar al menos algunos días de esta novena en el cenáculo de la Iglesia que está en Eslovenia.

Mientras conservo aún en mi mente el recuerdo de las sugestivas y a veces conmovedoras imágenes de ese hermoso país y de su pueblo, deseo nuevamente encomendar sus esperanzas y las expectativas a María santísima, para que, por la acción del Espíritu Santo, camine con generosidad hacia el tercer milenio, convirtiéndose cada vez más en tierra de fe, de santidad y de paz.

Quisiera añadir, por último, unas palabras de gratitud a los hermanos y hermanas eslovenos que se acordaron del día de mi cumpleaños. Les agradezco las manifestaciones de benevolencia y, sobre todo, la oración, con que quisieron expresarme su afectuosa comunión.

 

© Copyright 1996 - Libreria Editrice Vaticana