Audiencia del 23 de junio

Autor: Juan Pablo II

 

JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 23 de junio de 1993

 

1. Statio orbis: así se suele designar la celebración en la que todo congreso eucarístico internacional alcanza su momento culminante y conclusivo. El domingo de la semana pasada pude celebrar ese acto tan solemne en Sevilla, con ocasión del XLV Congreso eucarístico internacional, que se desarrolló del 7 al 13 de este mes. El tema del Congreso, cuyo lema era Cristo, luz de los pueblos, fue: Eucaristía y evangelización.

La Eucaristía constituye la "fuente y cumbre (fons et culmen) de toda la vida cristiana", como enseña el concilio Vaticano II (Lumen gentium, 11). Los congresos eucarísticos expresan esta verdad de manera muy solemne. Pero la Eucaristía es siempre la misma, independientemente de las circunstancias en las que se celebra. Siempre es una "statio orbis", porque en el sacrificio de Cristo ofrecemos a Dios -a la Santísima Trinidad- toda la creación y, en particular, todo el mundo de los hombres. La Eucaristía que se celebraba en las antiguas catacumbas romanas expresaba esta realidad de modo conmovedor, y también, en nuestro siglo, la que se celebraba, a escondidas, en los campos de concentración, a causa de la crueldad de unos sistemas inhumanos de esclavitud.

2. Recordamos todo esto durante la solemne statio orbis en Sevilla. Cristo es siempre y en todo lugar la "luz del mundo": ilumina a todo hombre que viene al mundo. La Eucaristía es siempre y en todo lugar la fuente de la evangelización: en ella la buena nueva llega a ser sacramento de verdad y de vida eterna para las generaciones siempre nuevas de los hombres y los pueblos. El Congreso eucarístico de España estaba relacionado íntimamente con las celebraciones del V Centenario de la evangelización de América, es decir, de la evangelización que empezó cuando Cristóbal Colón descubrió el nuevo continente. Precisamente allí, en la tierra española de Andalucía, en Sevilla y en Huelva, se organizó aquella histórica expedición. Se trató de preparativos no sólo técnicos, sino también espirituales. Los navegantes sabían a ciencia cierta que emprendían un viaje hacia lo desconocido. Lo que descubrieron luego no correspondía en absoluto a sus previsiones a la hora de la partida.

Los lugares que pude visitar —Moguer, Palos de la Frontera y La Rábida muestran cómo Colón y sus marineros habían puesto en las manos de Dios, con gran fe y confianza, su aventura. De esas mismas localidades -después del descubrimiento del nuevo continente- partieron los primeros misioneros a anunciar el Evangelio. Para recordar el comienzo de la evangelización de hace 500 años, en La Rábida coroné la estatua de la Virgen de los Milagros.

3. El Congreso eucarístico de Sevilla centró su atención en el tema Eucaristía y evangelización, con el fin de conmemorar, en primer lugar, la evangelización de hace 500 años, o sea, esa evangelización que podría definirse una gran «epopeya misionera». Al mismo tiempo, el Congreso orientó su temática hacia el presente y el futuro: "Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre", (Hb 13, 8). En aquel entonces Jesucristo deseaba llegar con su verdad y su amor a los pueblos apenas descubiertos al otro lado del Océano. Hoy, su tengo sed salvífico, pronunciado desde lo alto de la cruz, se dirige a cuantos todavía no conocen esa verdad y ese amor. Se dirige a todos los ámbitos de los que habla la encíclica Redemptoris missio, teniendo en cuenta la dimensión de la descristianización y los diversos areópagos del mundo contemporáneo, en los que se espera el Evangelio, como antaño el Areópago de Atenas esperaba a Pablo de Tarso.

4. Queridos hermanos y hermanas, la visita apostólica del Papa a España, pensada en relación con el Congreso eucarístico, fue ideada y realizada efectivamente según el paradigma de Eucaristía y evangelización. Todos sus pormenores y todos los aspectos de su programa se referían a ese principio vital.

Ante todo, el aspecto mariano. El fiat de María de Nazaret abrió la puerta a los frutos salvíficos que se han manifestado en el orden sacramental mediante la Eucaristía. Y la evangelización, que en la Eucaristía encuentra su fuente (fons) y su cumbre (culmen), está unida a la devoción y al amor hacia la Madre de Dios.

¿Cómo no mencionar aquí el santuario de la Virgen del Rocío, en el que se asiste a un tipo de religiosidad popular de extraordinaria vitalidad, muy difundido también en América Latina?

María precede al pueblo de Dios por el camino de la fe, la esperanza y la comunión con Cristo. Así se construye la Iglesia, a saber, con piedras vivas. Y esta Iglesia viva, templo de Dios en el que mora el Espíritu Santo, tiene su expresión concreta también en las obras de la cultura: en las iglesias, los santuarios, las capillas y las obras de arte sagrado.

Así pues, la consagración de la catedral madrileña de La Almudena, construida en el arco de muchos decenios, respondía muy bien al planteamiento global del Congreso.

La dedicación de una Iglesia no puede prescindir de la consagración de las personas, fruto de la maduración de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Por consiguiente, la ceremonia de la ordenación sacerdotal en Sevilla estaba en perfecta sintonía con la lógica del Congreso. Y también la oración común de Laudes en el seminario mayor de Madrid, en el que se reunieron los representantes de los seminaristas de toda España.

La Eucaristía es el sacramento de la comunión con Dios y, por lo mismo, el sacramento de la santidad que se desarrolla y crece en el hombre. Por esta razón también existe un nexo íntimo entre el Congreso eucarístico y la canonización del beato Enrique de Ossó y Cervelló, fundador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, congregación de religiosas dedicadas al apostolado, especialmente mediante la educación de los niños y los jóvenes. Esa canonización, llevada a cabo en la plaza de Colón, en Madrid, representó en cierto modo el coronamiento del Congreso, cuyo hilo conductor era precisamente Eucaristía y evangelización.

5. Queridos hermanos y hermanas, el Obispo de Roma agradece, ante todo, a Dios el don de haber podido participar en el Congreso eucarístico internacional en la tierra desde la que la divina Providencia quiso que comenzara la evangelización del continente americano. Al mismo tiempo, da las gracias a los hermanos en el episcopado y a toda la Iglesia de España, así como a los Reyes de España y a todas las autoridades civiles.

Cristo luz de los pueblos, ilumine siempre los caminos de los hijos e hijas de esa nación, que desde los tiempos apostólicos lleva en lo más hondo de su corazón la semilla del Evangelio y de la Eucaristía.

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Saludos

Deseo ahora saludar cordialmente a los visitantes de lengua española presentes en esta Audiencia. En primer lugar, a los peregrinos de la República Dominicana, presididos pro el señor cardenal arzobispo de Santo Domingo. A los miembros de la Organización Universitaria de Intercambio Panamericano y a los del Movimiento Teresiano de Argentina. A los peregrinos de Puerto Rico; al grupo Madrigal de México y al grupo escolar de Santafé de Bogotá.

Que Cristo —Luz de los pueblos— ilumine siempre a los hijos e hijas de España, y de las naciones hermanas de América Latina, cuya historia está profundamente enriquecida por la semilla del Evangelio y de la Eucaristía.

A todos imparto con gran afecto mi Bendición Apostólica.